Secuestro de Hipócrates y Alejandro De Armas

Les presento las reflexiones que hace Bosley de Armas en su Blog: https://bosleydearmas.wordpress.com/2015/02/18/secuestro-de-hipocrates-y-alejandro-de-armas/

“Juro por Apolo, médico, y Esculapio, y por Hygeia y Panacea y por todos los dioses y diosas, poniéndolos por jueces, que este mi juramento será completo hasta allá donde tengo poder y discernimiento” (Hipócrates; médico griego del siglo V antes de Cristo). El juramento hipocrático es un juramento público que hacen los que se gradúan de medicina. Dicho juramento lo habían de haber repetido Héctor Luis Aguilera Rosal y Ricardo De Armas Dávila al recibir sus titulaciones como médicos, en el Aula Magna de la Universidad, recinto que vence las sombras. La Ética y la Moral conforman principios, criterios y valores que los profesionales, en distintas áreas del saber, asumen como indispensables para dirigir sus comportamientos, no menos así que sucede en el caso de toda persona honesta, independientemente de la elección que hayan hecho en sus vidas.

Bajo la sombra, entre los más oscuros grises con que manchan la bata blanca, blandiendo el filo del bisturí convertido en arma letal, o quizás empujando el botón que torna un inclinado sofá de consulta en una plana mesa forense y, de seguro, con sus salas de recuperación modeladas a manera de celdas o prisiones, se encuentran refugiados los plagiarios del clásico Hipócrates y Alejandro De Armas.

Estos médicos cirujanos, que optaron por secuestrar la doctrina y postulados del juramento hipocrático, que una vez se comprometieron en acatar, han ocultado a Hipócrates, encerrándolo en alguna siniestra gaveta de sus flamantes escritorios, para así sentirse cómodos en sus cerebros reptiles, donde prevalecen los instintos del poder y el dominio de las personas, sin remordimiento alguno.

El caso de Alejandro De Armas es la consecuencia de sus médicos haber apartado al testigo clave “Hipócrates”, a quien arrojaron a un oscuro rincón y no poder Alejandro contar con voz propia, o defensor público que abogase por él. Alejandro De Armas lleva más de una década recluido en la prisión privada “Clínica El Cedral”, condenado a la más vil sentencia de “aislamiento social”, que puede padecer ser humano alguno. Su delito: querer disfrutar libremente de las oportunidades de la vida y compartir con los amigos y la escasa familia en la que pueda confiar, aquellos momentos a los que, como adulto mayor,  tiene derecho.

Los batas verdes ($$$) Ricardo De Armas Dávila y Héctor Luis Aguilera Rosal, a pesar de éstos haber sido mal nacidos en regiones geográficas distintas, el primero en Caracas y el segundo, en Caripito (Edo Monagas), se asociaron para delinquir, colocándose al margen de la sociedad. No demuestran temor a la justicia terrenal; su arrogancia los lleva a incurrir en la llamada Divina omissis(evasión del control de los dioses) y, por supuesto, desacatan a diario las órdenes de los tribunales de justicia venezolana.

La delincuencia se esconde en las grietas de las paredes de la prisión “El Cedral” y de un “Anexo”, construido como bunker de aislamiento, del Dr. Ricardo De Armas. Este último logró recabar para sí la custodia de Alejandro, y delegó su innoble reclusión a manos del Dr. Héctor Luis Aguilera.

Los delincuentes andan libres a su antojo y actuando bajo el manto gris de una bata blanca, manchada de la tinta verde de la moneda americana; las víctimas: Hipócrates y Alejandro De Armas Dávila ocultos a la sociedad, aislados de sus escasos familiares y buenos amigos … sin derecho a recibir el beneficio de los tribunales de la Justicia Venezolana.

Bosley De Armas